Por Tobias Wienke (dpa)
Las memorias USB han sustituido a los CD y DVD para el transporte e intercambio de datos, y el mismo tipo de memoria flash en formato de tarjeta SD nos acompaña a diario en smartphones o cámaras. Pero ¿cuán seguros son estos dispositivos?
La oferta de modelos es tan grande como la amplitud de precios. En el caso de las tarjetas SD, lo mejor es mirar antes que nada las recomendaciones del fabricante sobre qué características deben tener, explica Thomas Richter, experto en recuperación de datos.
Las tarjetas SD se distinguen básicamente entre las SDHC de hasta 32 gigabytes (GB) y las SDXC, que tienen hasta 2.048 GB (2 terabytes), aunque por el momento sólo se consiguen tarjetas de un máximo de 512 GB.
Las clases 2, 4, 6 y 10 indican la velocidad de las mismas: cuanto más elevada, más rápido se graban los datos. Este número aparece escrito dentro de un círculo casi cerrado en las tarjetas.
Además, existen clases de velocidad UHS (U1, U2 y U3) que utilizan un nuevo bus UHS. Vienen identificadas con el símbolo de la U grande y dentro el 1 (mínimo 10MB/s) o el 3 (mínimo 30 MB/s). Y también indicarán si se trata del bus UHS-I o bus UHS-II (aparece I o II junto al símbolo de SD).
La velocidad es importante sobre todo para los videos o en fotografías en serie muy rápidas. Para las grabaciones en Full HD basta con una clase 6, mientras que para 4K hace falta al menos la clase 10 o incluso U1 o U2, según los expertos de la Asociación de la Industria Fotográfica de Alemania.
Además de la velocidad, el tamaño de una SD determina su precio. Aunque comprando una con bastante capacidad, se puede ahorrar algo de dinero. Christian Schlüter, de la asociación de protección al consumidor Stiftung Warentest, recomienda adquirir varias tarjetas con menos capacidad.
«Así, si una tarjeta se rompe, uno solo pierde una parte de sus fotos», asegura. «Eso también es molesto, pero al menos no se perdieron todos los recuerdos de un plumazo».
En este caso, ¿el precio y la calidad van unidos? «Si pongo sobre la mesa tarjetas SD y memorias USB de marca y de fabricante desconocido, tengo que decir que no hay mucha diferencia», opina Richter.
Pese a ello, él en lo personal optaría por los productos de marcas asentadas porque fabrican ellas mismas la tecnología de almacenamiento, la van mejorando y utilizan sus propios componentes. Pero incluso en estos casos pueden fallar, ya que las memorias flash no son infalibles, subraya.
Christian Schlüter cree que para un uso normal no hace falta utilizar la memoria USB más cara: «Una accesible basta». Es decir que para el simple transporte de datos, nadie necesita la máxima calidad.
Los estándares actuales USB 2.0, 3.0 o 3.1 no expresan nada sobre la calidad, sino solamente sobre la velocidad de transmisión. «Con los USB 3.0 uno tiene el menor estrés», dice Lutz Labs, de la revista de electrónica c’t. «Son compatibles con USB 2.0, y en el caso de que haya grandes cantidades de datos, la diferencia de velocidad se nota mucho», agrega.
En el USB 3.1 hay también algo más de velocidad, pero trae el nuevo conector Tipo C reversible, que no es compatible aún con todos los aparatos.
Algunos lápices USB tienen una tapa que protege el conector y los hay por supuesto de todas las formas y colores. Pero nada de todo eso influye en su duración o calidad. «La tapa protege del polvo y la suciedad, pero no es imprescindible», señala Lutz Labs. Al igual que con las tarjetas SD, la marca no garantiza tampoco que duren más tiempo.
«Los fabricantes que dan una mayor garantía confían por supuesto más en sus productos, aunque aquí no existen verdaderas garantías», opina Labs. Por eso, es fundamental saber que «una memoria USB no puede ser un medio de backup». Y a largo plazo tampoco las tarjetas SD con almacenamiento flash.
FUENTE: dpa
06 de octubre de 2016
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